miércoles, 25 de mayo de 2011

Miércoles de Historia.

Periodo Oscuro: De resentimiento no se vive.


Todo comenzó de nuevo. Un reinicio total que modificó casi todo lo preestablecido en mi, cambiando mi forma de ser, mi personalidad y mis ideologías. El inicio de esta etapa también podría coincidir con el de la formación definitiva de mi identidad.
Comencé la secundaria sin ninguna certeza. No sabia con lo que me iba a encontrar pero ya tenia decidido como reaccionar.
Uno de los primeros cambios fundamentales y positivos en mi fue la apertura de mi cabeza al análisis profundo de todo lo que veía. Por aquellos tiempos no me servia de mucho porque lo que me rodeaba no ameritaba ningún análisis. Sólo era mas de lo mismo, mas avanzado y con nueva gente.
Describiría los dos primeros años como un periodo de transición (influyo en mi desempeño académico bajando un poco mis notas). En esta etapa de transición me preocupe mas que nada en mostrarme diferente a los de más, en construirme una especie de letrero gigante que diga “diferente a los demás”, creo que llegue a obsesionarme con eso. No pueden imaginarse las cosas que hice para considerarme alguien especial. En cuanto a la convivencia diaria nada había cambiado, incluso se podría decir que había empeorado y debido a mi actitud excéntrica se concentraban en mí numerosas faltas de respeto, por llamar de forma bonita ese sufrimiento.
Esta importante transición llego a su momento final cuando empezó a brotar en mi algo que no conocía mucho hasta ese momento.
Odio.
Para el inicio de mi tercer año de secundaria ya era un adolescente listo para los cambios finales.
Como marca distintiva externa empieza a resaltar en mi una perdida de mi vida social, una segregación del resto. Habiéndome construido una correcta reputación de raro ya no me fue muy difícil seguir por el camino del “antisocial”.
Sin embargo considero que esto no fue mas que una consecuencia perteneciente al factor interno principal.
El odio.
Caí en una verdad que no vi antes. Yo no era el culpable de nada. Yo no hice nada malo.
Son ellos. Los culpables son ellos.
Viví mi “infancia” con miedo, sufriendo y sin goce por su culpa. Merecían mi odio.
Con la marca del aislamiento escolar vino una autosuperacion en cada ámbito posible. Procure endurecer mi corazón para no ser mas el niño débil, pues era ese un punto importante en mi sufrimiento, era cierto que ellos eran los culpables, pero tampoco era mentira que yo era muy débil.
Pensé que no relacionarme con ellos era lo mas que podía hacerles. Nunca fui alguien violento ni me pareció una solución viable, así que me dispuse a buscar placeres en otros lados.
Sin salir casi nunca de mi casa vi el Internet como una buena opción y es así que me dedique a explorar nuevos mundos, como el anime y los videojuegos.
Me sentía feliz y gozaba de mucho disfrute al estar haciendo lo que me gustaba, y me servia para sentirme diferente, que era lo que realmente me interesaba.
Sin embargo cuando estaba en el mundo real, todo era cruel y duro. Pero como yo me había planteado endurecerme solo respondí con odio y mas odio.
Llegue a un punto donde odiaba todo y a todos, creo que incluso me excedí llegando a odiar a todos los “normales” y dando a conocer en mi una nueva faceta de soberbia, altanería, desprecio, discriminación y amargura.
Era simple, cuando no estaba en mi mundo era un amargado pendejo que criticaba todo y a todos, soberbio y despreciable ser antisocial. En eso me convertí.
No sentía en mi corazón real amor por nada, ni por mi mismo.
Pero…en lo mas profundo de mi ser, yo seguía sufriendo, me seguía sintiendo solo…
Y así, entonces empecé a transitar mis últimos momentos dentro de el periodo oscuro, un camino lleno de melancolía y depresiones… donde el odio me había envenenado tanto que simplemente llegue a odiarme a mi mismo, donde había cantidad de dolor que gradualmente crecía y crecía…
Y cuando finalmente las depresiones y el sentimiento de no saber que soy se proponían destruirme…
Llego ella….

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